Andrés Alberto Amarilla Toril
Real Asociación Española de Cronistas Oficiales
No hubo mejor época. ¿Quién puede, acaso, negarlo? En los Noventa (con permiso de los Ochenta) la Humanidad, alcanzó su punto más elevado de felicidad. A ello contribuyó la época dorada de la música Dance o lo que ahora llamamos Remember.
Los mejores temas, los mejores discos, los mejores djs, las mejores fiestas y las mejores discotecas, llevan el sello de aquella maravillosa década, que puede extenderse unos años por los anteriores ochenta y finales de los setenta y los posteriores dos mil.
Era la época en la que aún existía la alegría, esa que no se planifica y que alcanza la irracionalidad, a diferencia de ahora, en un mundo que exige cumplir esquemas preconcebidos y ordenados; además de alegría también había euforia, lo que abundaba en todas partes: en la ciudad, en los pueblos, en los campos, en las discotecas de la Ruta, en las verbenas de las fiestas patronales, en los bares, en las romerías, en los estadios de fútbol y en la vaquilla del aguardiente.
Había cosas que ahora se han superado, cierto, pero, ¿quién que lo conociera es el que se atreve a decir que no cambiaba aquellos años por estos?
Todo tiempo pasado parece que fue mejor. Los noventa siempre ganarán cualquier comparación que se precie. Porque con estos se fue un poco esa referida alegría, la buena música, la fiebre del sábado noche, las cintas de casete, el buen rollo y casi todo lo que nos llevaba a esa también referida euforia, casi todo lo que hacía que tuvieras ganas de reunirte con los amigos y pasarlo bien.
La motivación desde luego no es la misma, ni siquiera en los jóvenes que no conocieron aquellos dorados años, ni en los que nos debatimos por seguir siéndolo aunque sea de vez en cuando, y los que lo siguen siendo (aunque de otra manera).
La vida pasa tan deprisa que lo que ayer era, hoy ya no; lo que antes valía ahora se rechaza, lo que antaño era credo ahora es tabú. Tan deprisa pasa que no lo asumimos bien, si es que alguien pudo alguna vez hacerlo; tan deprisa que da vértigo, miedo y a veces un poco de angustia. Las personas van dejando de estar aquí, y las cosas, las modas, y todo cuanto nos rodea. Para quien dejó lo conocido para ir a otro lugar a miles de kilómetros, en distancia y en costumbres, volver puede hacerse insoportable, ya que lo que conoció se ha desvanecido y es tan diferente que ya no es lo que consideraba su mundo. Puede que incluso rechace lo que ahora ve y se marche por donde vino. Prefiere quedarse con el recuerdo de lo que vivió.
Volver a ver a quienes formaron parte de aquello, estar en aquel mismo lugar, vestir la misma ropa, beber y comer lo de siempre o escuchar aquella música; sí, no hacen volver a aquellos años, pero alguna sensación se remueve, algún sentimiento rejuvenece, los recuerdos se hacen más nítidos y hasta el ímpetu se levanta, aunque sea efímeramente.
Estas letras las escribo mientras alguna de estas emociones se agita en mí al son de un mítico disco de Italodance, uno de esos estilos dance que marcó los mejores temas de los 90s: Don’t let me… (Factory Team Mix), de T-Zone, año de 1996, sello One Way Records.
En los noventa yo era un niño y luego un preadolescente, pero como yo percibí aquellos años he podido sentirlo y escucharlo de otras personas que eran más mayores. Quizás aquella alegría general que había y que yo sentí, la reproduzca escuchando ese estilo musical remember que me marcó en aquella época y del que a día de hoy sigo siendo un verdadero apasionado. Era la época de los Corona, 2 Unlimited, Ace of Base, Double You, La Bouche, Milk Inc., New Limit, Technotronic, y tantos grupos autores de aquellos himnos; la época de la Ruta Destroy o del Bakalao, de las discotecas míticas: las valencianas (NOD, Spook, ACTV, Puzzle, Barraca, Espiral, Chocolate, Heaven, etc.), de las madrileñas (Attica, Radical, Söniquê, Overdrive, Bachatta, etc.), de las catalanas (Scorpia, Pont Aeri, Chasis, Xque, Psicódromo, el Ocho, Level, etc.) las del Norte (Jazz berri, Itzela, Txitxarro, Venecia, NON, Splash, etc.) y de tantas otras que marcaron a varias generaciones. Era la época de los mediáticos Djs: Chimo Bayo, Paco Pill, José Conca, José Coll, Kike Jaén, Abel Ramos, Frank Trax, Dj Marta, Dj Napo, Dj Valen, Nando Dixkontrol, y un largo etcétera que entonces estaban consolidados, como los de la ruta valenciana, o los que empezaban a ganarse la fama que luego apuntalaron en los dos mil.
Cada época tiene su música, y “la música de baile”, el “bakalao”, con todas sus variantes y subestilos, quizás favorecida por esos tiempos de bonanza económica y anímica, marcó la época de los 90s. Pero a diferencia de la música comercial, caracterizada por su impacto rápido, fugaz y perecedero; el remember ha logrado llegar hasta nuestros días como uno de los estilos preferidos para los grandes festivales de música electrónica, manteniendo una longeva vigencia que no pocos estilos electrónicos han podido conservar. Y ello a pesar de los difíciles años del primer lustro de la pasada década, tras los cuales, cuando parecía que aquella crisis que empezó por el 2008 iba a ser la puntilla para esta música, ha remontado hasta volver a situarse en la primera escena del panorama de la música electrónica. Han vuelto a llenarse las salas; a tener presencia en la radio con emisoras como Loca FM, Unika FM o MDT Radio; a vivir festivales de miles de personas por toda España como Love the 90s o Love the Twenties, entre tantos otros; o a recuperar aniversarios y fiestas señeras de varios años o de nueva creación, así como ser parte de los principales festivales del país: la Fiesta Naranja, Megapanic, La Resistencia, Global Music, Sonido de Valencia, Medusa Festival, A Summer Story, Makineros XXL, Remember Paradaise, etc.
Incluso en las áreas con menos tradición y seguimiento de este tipo de música, se han comenzado a celebrar festivales multitudinarios, impensables hasta hace pocos años.
A pesar de los múltiples estilos o subgéneros derivados del Dance, en general, actualmente, quizás el término “remember” sea el más extendido para los que nos identificamos con los sonidos más potentes de la música electrónica, o más cañeros, como tantas veces se ha referido. El Trance, Eurodance, Harddance, Hardhouse, Makina, Hardcore, Industrial, Hardstyle, etc., podrían englobarse con la misma etiqueta dentro del género, a pesar de sus notables diferencias. También la música remember ha encontrado su propio estilo en cada zona en la que se ha asentado, y, así, es posible identificar en muchas ocasiones si una sesión de este tipo ha sonado en una sala de Valencia, de Madrid o del Norte. En esta última, por ejemplo, en los últimos veinte años se desarrolló el bumping, mientras que en Madrid sucedía lo mismo con el poky, ambos con las mismas bases y melodías pero con pequeñas diferencias técnicas y de sonido que los hacían singulares.
Con este azaroso desarrollo hemos llegado a la actualidad, en la que como hemos señalado, esta música se ha recuperado hasta el punto de, salvando los noventa y casi toda la primera década de los dos mil, estar viviendo una segunda época dorada.
El Remember se ha hecho fuerte, recuperando a sus antiguos seguidores, afianzándose en los que siempre lo mantuvieron y calando en los más jóvenes. También los estilos más contundentes como el Hardcore, están en pleno auge, aupados por el gran tirón que este estilo ha mantenido en el centro de Europa, estando presente en festivales de fama mundial como Tomorrowland o siendo la razón de ser de otros festivales que son los más importantes en cuanto al estilo musical se refiere, como Defqon, Dominator o Masters of Hardcore.
Productoras y discográficas internacionales como Q-dance o la nacional Share Music, contribuyen a la difusión de esta música y a la organización de esos multitudinarios festivales.
Una de las claves del éxito del remember es su condición ideal como música de baile. También lo está en que, sin ser un género de masas como la música más comercial, mantiene un público fiel que se identifica con sus sonidos y melodías, por lo que sus seguidores más entregados son amantes de un estilo que les apasiona más allá de la discoteca, formando parte de su vida cotidiana, por lo que el “remembero” escucha su música un sábado noche, pero también de camino al trabajo o incluso estudiando o leyendo. El sentimiento hacia una música puede verse en otros tipos más alejados de la electrónica, como puede ser el flamenco o el heavy metal; pero tal pasión será difícil de ver para con la música comercial y los estilos más comunes, a pesar de copar las principales radios musicales nacionales (que ofrecen poca variedad) o sonar en la mayoría de pubs de forma un tanto repetitiva.
Pero esa es la esencia del remember, diferenciarse de lo común, como puede diferenciar, por ejemplo, el heavy metal. Y así consigue mantener un público para el que esta música nunca pasa de moda, a lo que hay que añadir el creciente interés y seguimiento que las nuevas generaciones van haciendo de este estilo, lo que puede comprobarse en la cada vez más numerosa presencia de veinteañeros en los festivales.
El “buen rollo” característico de las reuniones festivas del remember, alejado de esa imagen negativa que muchos medios han tratado de dar, es posible gracias a cierto sentimiento de pertenencia que se desarrolla en la comunidad de seguidores de esta música, y que incluye personas de todas las estéticas, hecho alejado de la imagen “bakala” o “cani” que quizás en otra época era muy popular, no solo en el ámbito de este estilo, sino en amplios sectores de la sociedad. Ésta ha evolucionado, y los seguidores y fiestas remember también lo han hecho. La estética en éstas no pertenece a un único estilo, esta vez de apariencia, y aunque en las de sonidos más hard o de público más juvenil sí que puede identificarse en mayor o menor medida cierta estética, no es menos cierto que lo habitual es encontrar lo mismo que en cualquier otro lugar.
Por todo ello el Remember tiene presente, pero sobre todo, tiene futuro. Un estilo que vivió su época dorada en aquellos maravillosos años noventa y los posteriores, y que ahora ha recuperado su sitio en el panorama musical. Además de permitirnos a los más veteranos acercarnos a aquella felicidad de los años juveniles recordando la música con la que crecimos, ahora se está convirtiendo también en la música de muchos jóvenes. Para ellos y para nosotros, la música de nuestras vidas.